La imagen sagrada de Nuestro Padre Jesús Cautivo arribó a nuestra Capilla de San Sebastián en una fecha que todavía puede considerarse reciente, sobre todo si comparamos su presencia entre nosotros con la de los otros santos Titulares.
No nos equivocamos si afirmamos que la causa motivadora de la llegada de esta imagen sagrada a nuestra hermandad fue la profunda devoción que desde siempre ha despertado entre las personas devotas y piadosas esta advocación de Jesús maniatado y humillado en los último momento de su «proceso civil», en lo que ante el Procurador Romano Poncio Pilato reafirma la gran verdad de su realeza. Jesús no rechaza ante su juez el título de Rey, aunque precisa que su reino no es de este mundo.
Su rostro hermoso contiene toda la expresividad impasible que requiere el momento. Estático, de frente, Jesús es la imagen divina de la ternura; la imagen de un Mesías que asume plenamente la misión redentora que le ha traído al mundo y se nos muestra dispuesto a culminar la gran obra de su amor infinito por el hombre.
Ya han quedado atrás la última cena de Pascua, la oración profunda en el Huerto de los Olivos, la traición de Judas que lo entrega señalándolo con un beso y el abandono de sus discípulos.
Su cara muestra serenidad y ternura. Serenidad de quien sabe que todo se ha de cumplir según ha sido dispuesto por el Padre Eterno; ternura de quien -todo amor- acepta cuanto le llega con gesto comprensivo mientras su mirada, como ausente, parece perderse en lo infinito.
Juan Manuel Miñarro López ha sido el artista sevillano capaz de plasmar en un rostro sublime de Jesús esa expresividad que requería el momento. El imaginero ya venía teniendo desde algunos años atrás una relación más o menos continua con nuestra hermandad, porque en los últimos años había procedido a la restauración de las imágenes de nuestros otros Titulares, el Santísimo Cristo de la Vera Cruz y María Santísima de los Remedios.
El 22 de julio de 1987 se formalizó de forma contractual el encargo de la nueva imagen mediante un documento en el que se hacía constar entre otros detalles que la hermandad pagaría al escultor la cantidad de 600.000 pesetas por su realización.
Conforme a lo estipulado en el contrato, la imagen llegó a nuestro pueblo en la primavera del año 1988 y desde entonces viene recibiendo culto ininterrumpido en nuestra Capilla de San Sebastián, primero en una peana que se habilitó para su ubicación provisional y después definitivamente en su altar actual, en el muro lateral derecho del templo, próximo a la puerta que da acceso a las dependencias de la casa-hermandad.
(…) Conforme la hermandad va consiguiendo superar dificultades burocráticas y jurídicas, se va avanzando hasta llegar a la situación actual. Así, en el mes de marzo de 1994 se acuerda por nuestra corporación incluir a Nuestro Padre Jesús Cautivo como Titular de la hermandad en Cabildo General Extraordinario.
Algunos años después, concretamente el Jueves Santo del año 1995, hace su primera estación de penitencia en una procesión novedosa, juntamente con nuestro Cristo de la Vera Cruz y la Virgen de los Remedios.
Por último, superados todos los obstáculos, se alcanza la pertinente autorización episcopal par aque la bendita imagen procesione en solitario la tarde del Martes Santo a partir de la Semana Santa de 1996.
(…) Hoy Nuestro Padre Jesús Cautivo procesiona cada Martes Santo ocupando por derecho propio un lugar preferente en los desfiles penitenciales de nuestro pueblo tanto por la grandiosidad majestuosa de su paso, obra maestra de la talla excepcional del taller sevillano de los Hermanos Caballero, como por la gran densidad escénica que encierra el «misterio» representado sobre sus andas, así como su bamboleante y agresivo caminar penitente que llena todo el espacio vial encendiendo a su paso la curiosidad en las pupilas de los niños y conmoviendo el corazón de los mayores que lo contemplan extasiados.
Actualmente, en los desfiles procesionales de Nuestro Padre Jesús Cautivo aparece cortejado por un grupo de figuras que representan a los diferentes personajes que vienen a completar la composición de la escena de la Pasión que se representa.
El Procurador Poncio Pilato, sentado en su silla de juez con el respaldo de un esbelto tríptilo de columnas toscanas que sostienen un bello frontón en cuyo tímpano, que remata la figura imperial de un águila, resalta el no menos imperial S.P.Q.R. ocupa la trasera de la canastilla.
Ante él un sanedrita de rostro cetrino y poblada barba. Un farisaico personaje empecinado de forma implacable en conseguir de Pilato la sentencia condenatoria de Jesús.
A la izquierda del Procurador y un paso más adelantado, un tribuno silencioso, a quien la presencia del Cautivo parece intimidar, y que espera el desenlace de la insistente petición de condena por parte del judío.
A la derecha de Pilato y muy próximo a éste, el secretario del Procurador, que cumple su cometido dejando constancia escrita de todo el proceso judicial.
Más al frente, tras Jesús Cautivo, otro soldado romano que le sujeta atado de manos en espera de que finalice el diálogo entre el juez romano y el sanedrita. Tanto este soldado como el tribuno visten uniformes de campaña.
En primer plano, presidiéndolo todo, Jesús. Le han golpeado fuertemente en la cara durante toda la noche y le han azotado con un látigo. Tiene el rostro amoratado por las magulladuras, pero se advierte en su faz la bondad infinita del perdón divino.
Viste túnica morada como símbolo de penitencia y sufrimiento y un cordón dorado rodea su cuello y desciende desde él a la cintura par ceñir su túnica, sirviendo luego para atar sus divinas manos. Sobre su cabeza tres potencias simbolizan la plenitud de la gracia, de la ciencia y del poder.
Es obvio que el conjunto alcanza un alto grado de conmoción, para lo que se conjugan armoniosamente en la escena representada la dulzura en el rostro evadido del Señor que ensalza más si cabe su soberano poder y la dura perfidia porfiona del sanedrita con la fría mirada de Pilato, quien cobardemente se esconde en la lejanía de su tibieza. Rostros, tan dispares entre sí, en los que los crepúsculos violetas de cada Martes Santo prestan tintes morados al impresionante misterio por las calles de nuestro pueblo.
Fuera de la Semana Santa, la devoción popular alcanzada por la venerada imagen de Nuestro Padre Jesús Cautivo ha ido in crescendo de forma considerable e ininterrumpida a lo largo de los años que lleva entre nosotros, hasta tal punto que la hermandad, haciéndose eco de este fenómeno popular, ha dispuesto desde hace tiempo la apertura de la Capilla de San Sebastián en las tardes de cada viernes del año, para que muchos penitentes y devotos de ambos sexos puedan hacer una visita a este Jesús al que ofrecen en interminable desfile sus oraciones y elevan sus fervorosas rogativas.
Extraído de «La Hermandad de la Vera Cruz de Villafranca de la Marisma», de D. Antonio Cruzado González. (2013), Cronista Oficial de Los Palacios y Villafranca.