La Santísima Virgen de los Remedios es Titular de nuestra Hermandad desde tiempos relativamente recientes. Concretamente desde el año 1930.
Resulta lógico pensar que siendo tan grande la devoción que nuestro pueblo ha manifestado hacia esta venerada imagen de la Santísima Virgen, expresando desde tiempo inmemorial este afecto filial por todos los medios imaginables no lo hubiera encauzado principalmente por medio de una hermandad que fuese intérprete de todas estas devociones y portavoz del fervor entusiasta de los hijos de este pueblo hacia la excelsa Madre de Dios bajo esta hermosa advocación de María de los Remedios.
Sin embargo, quizás inexplicablemente, no ha sido así sino que se ha limitado a rendirle culto y pleitesía a su aire, tal vez porque han faltado la ayuda y el impulso del clero que, al no existir de forma permanente en Villafranca de la Marisma, no podía ejercer su influencia sobre los fieles para que éstos se instituyesen en cofradía, y hubo que esperar al año 1889 para que los sacerdotes al servicio de Santa María la Blanca por entonces, llevados por su deseo de extender aún más si cabe el culto a tan Soberana Reina y una vez competentemente autorizados por la jerarquía diocesana, promovieran una hermandad de gloria que desde el primer momento se esmeró en solemnizar, bendecir y agradar a nuestra Santísima Madre con toda suerte de alabanzas, dándole culto en cuanto pudo y celebrando procesiones de rogativas o de acción de gracias desde entonces.
Esta Hermandad de Ntra. Sra. de los Remedios subsistió durante todo el primer cuarto del S. XX, hasta que la desidia y el miedo en unos tiempos difíciles hicieron que el fervor de sus hermanos fuese cayendo -o al menos escondiéndose- hasta el punto de quedar en el olvido todas sus primeras buenas intenciones.
Más tarde, en una reorganización de nuestra Hermandad de la Vera Cruz llevada a cabo en el año 1930, María Santísima de los Remedios fue incorporada a formar parte de los Titulares de la misma junto con el Santísimo Cristo de la Vera Cruz, titularidad que aún perdura hoy día en que, lejos de decaer la devoción de sus hijos hacia Ella es, por el contrario, cada día mayor si cabe.
Hay una diferencia fundamental entre esta Virgen de los Remedios y otras Vírgenes que se veneran en Los Palacios. Y es que, aunque salga procesionalmente cada Jueves Santo acompañando a su Hijo en su Pasión, en otras ocasiones el pueblo la contempla radiante de gloria con su Divino Niño en brazos, unas veces en el Rosario de la Aurora y otras en procesiones de rogativas como ya hemos señalado. Porque tradicionalmente siempre ha sido de Ella de quien principalmente el pueblo se ha venido acordando cuando ha sufrido alguna calamidad.
Cuenta el recordado D. Andrés Bellido: «Saliendo en penitencia con ocasión de una espantosa sequía, fuimos socorridos al salir la Santísima Virgen de los Remedio, a las diez de la noche y a pesar de estar despejado el horizonte, con una copiosa lluvia».
Y hasta narra una milagrosa curación. Dice D. Andrés:
«Produjo la curación de una pobre madre llamada Trinidad Ayala, demente o loca, la cual al pasar la Virgen por frente de su casa que se halla inmediata a la ermita de la Aurora, elevó una oración a la Virgen pidiéndole la salud del alma y el cuerpo y la bendición para su familia y que pudiera cumplir con su deber de madre. Fue oída su oración por todos y más por María Santísima de los Remedios y al día siguiente amaneció buena, y hoy, cuando escrito esto, aún vive y después de muchas doloras pruebas sigue bien».
Y es ahí donde queremos insistir al señalar la diferencia a que nos estamos refiriendo. Es una Virgen del pueblo y para el pueblo. No es un imagen que permanece encerrada en la lejanía de su capilla esperando siempre que sus devotos acudan a venerarla. Es una Virgen que sale a buscar a sus fieles, que los llama, que se ofrece a ellos, que ha paseado su señorío por las calle de Villafranca a lo largo de los siglos. Y eso cala siempre en lo más hondo d ellos corazones. Uno se siente más cera de Ella; la ve más asequible.
Desde luego, el pueblo siempre ha acudido a Ella en todas sus necesidades públicas y privadas, cumpliendo promesas ante su altar, sacándola en procesión, celebrando misas en su honor o consagrándole novenas, triduos y otras prácticas devocionales.
Llegó a tal grado la fe popular y la devoción en esta imagen peregrina que las paredes de la capilla hubo un tiempo en que estaban llenas de exvotos, ofrendas y reliquias recuerdos todos ellos de hechos milagrosos que los fieles aseguraban haber alcanzado por la acción benefactora de la Santísima Virgen.
Todo esto se ha perdido con el tiempo, aunque uno recuerda haber llegado a conocer en los años ya lejanos de su infancia los últimos vestigios de este caudal de fe: algunos cuadros que rememoraban hechos milagrosos alcanzados por la intercesión de la Virgen de los Remedios, prendas de promesas hechas a la Señora en momentos de angustia o desesperación, aparatos de ortopedia, cabelleras, vestidos de novia, uniformes militares… Todos ellos prueba irrefutable de la devoción y la fe de un pueblo siempre confiado a la maternidad y al amor de su Virgen.
También existen diversos testimonios escritos que dan fe del fervor popular hacia esta imagen mariana, reflejado en testamentos o escrituras de donación en su favor y en los que recibe fincas rústicas y urbanas, donaciones dinerarias dedicadas al culto y otros bienes que fueron administrados por el clero hasta su desaparición con la Desamortización de Mendizábal.
Los orígenes de esta imagen son muy antiguos. Cuando al crearse la población de Villafranca de la Marisma en el año 1501 por parte de la ciudad de Sevilla, entre otros servicios y utilidades se dota al nuevo lugar de una capilla con la que cubrir las necesidades religiosas de sus vecinos, la cual se supone que estuvo terminada en la primera década del S. XVI, todos los datos que se tienen de este hecho histórico apuntan a que el nuevo templo fue abierto al culto de los nuevos colonos con unas imágenes de las que dos acapararon de forma mayoritaria su fervor y su devoción: una de la Stma. Virgen y otra de San Sebastián.
Por ello, centrándonos en la primera de ellas, todo nos lleva a la conclusión de que podemos asegurar su presencia en la capilla desde los comienzos del repetido S.XVI, lo que convierte a la Imagen de Ntra. Sra. de los Remedios en la más antigua de cuantas actualmente existen en nuestra localidad.
Por supuesto, nada se conoce de su autor. Es frecuente que las imágenes marianas, sobre todo las que fueron talladas a partir del S. XVII, tengan en alguna parte oculta de su cuerpo, un documento u otra señal que revele el nombre de su autor y la fecha concreta de su realización. Pero la que nos ocupa no tiene ningún signo indicador de su origen; o al menos no se le ha encontrado hasta ahora.
Con los escasos conocimientos que tenemos de estas cosa, pero con la valiosísima aportación de personas que sí que tienen reconocida autoridad en la materia, nos atrevemos a decir que se trata de una imagen de vestir realizada algunos años después del 1500.
En su talla de madera de cedro policromada se observa un estilo gótico, ya decadente, con una clara influencia borgoñesa y con algunos atisbos de caracteres propios del Manierismo francés que marcó los primeros años del Renacimiento en España.
Esta fue la opinión del prestigioso profesor Hernández Díaz y su Gabinete de Arte de al Universidad de Sevilla, quien en su día catalogara todo el patrimonio artístico de nuestra localidad, y en ella insistió años más tarde D. Juan Manuel Miñarro López, catedrático de la Facultad de Bellas Artes de la misma Universidad Hispalense cuando restauró esta imagen en los años noventa del siglo pasado.
En otro orden de cosas hay que decir que, en un principio, la imagen de Nuestra Señora que presidió la Capilla de San Sebastián desde una sencilla hornacina del muro frontal no respondía a ninguna advocación de las innumerables con que se acostumbra a nombrar a la excelsa Madre de Dios; debió ser conocida en sus inicios por aquellos devotos villafranqueses simplemente como «la Virgen María».
Sin embargo ya existía el título mariano de Nuestra Señora de los Remedios o del Remedio, conocido en toda Europa Occidental sobre todo por su condición de Patrona de la Orden Trinitaria (de la Santísima Trinidad y de la Redención de Cautivos) que fuera fundada por San Juan de la Mata en el S. XII.
(…) Varias restauraciones ha soportado esta bella imagen a lo largo de sus más de quinientos años de existencia.
De todas ellas la más trascendental fue aquella que se debió realizar en el ecuador del S. XX -últimos años de la década de los cincuenta-, consistiendo ésta, entre otras cosas, en la intervención sobre los originales ojos de madera policromada que fueron sustituidos por los actuales de cristal siguiendo una moda muy del gusto de aquellos tiempos. Igualmente se la dotó de cabellera de pelo natural que vino a sustituir a la primitiva tallada, que aún se puede apreciar hoy.
Ya en un tiempo mucho más cercano, en el año 1984, la imagen de Ntra. Sra. de los Remedios hubo de ser restaurada por el ya mencionado catedrático de Bellas Artes D. Juan Manuel Miñarro López. Restauración también profunda para corregir y subsanar algunas pequeñas fisuras aparecidas en la encarnadura de su rostro, así como para cortar el proceso de acelerado deterioro que estaban produciendo la polilla y otros agentes destructivos, pero procurando y consiguiendo en todo momento no alterar en absoluto la fisonomía de tan preciosa imagen.
Para concluir diremos que no existe prueba más significativa del fervor popular que despierta la Santísima Virgen de los Remedios que el hecho incontestable de que en fecha relativamente reciente -concretamente el día 22 de septiembre del año 2002- el Ayuntamiento de Los Palacios y Villafranca tuviera a bien conceder a Nuestra Amantísima Madre la Medalla de Oro de la Villa con motivo de los actos conmemorativos del V Centenario de la Fundación de Villafranca de la Marisma.
Medalla que le fue impuesta en el transcurso de unos emotivos actos presididos por el Excmo. Señor Arzobispo de Sevilla D. Carlos Amigo Vallejo y por toda la Corporación Municipal con su alcalde a la cabeza.
(…) Una vez más, tras la solemne eucaristía y siguiendo la tradición, la Virgen procesionó luciendo su hermosa ráfaga de plata que estrenó para la ocasión, hasta la Parroquia de Santa María la Blanca, entre la alegría y el cariño desbordado de un pueblo feliz de contemplar a su Reina del Furraque.
Extraído del libro «La Hermandad de la Vera Cruz de Villafranca de la Marisma» de D. Antonio Cruzado González, Cronista Oficial de Los Palacios y Villafranca.